La lengua del Tigre

miércoles, agosto 27, 2008

Los Coliformes Fecales

Coliformes fecales, coliformes fecales, coliformes fecales… Suena bien. De hecho, siempre pensé que sería un buen nombre para una banda de rock. Ahora, ¿qué son los coliformes fecales? Los coliformes fecales son unas bacterias que tienen su origen en los intestinos, pero que no necesariamente se quedan ahí, sino que salen a conocer y contaminar el mundo cuando nos sentamos en el inodoro o buscamos un yuyo alto al costado de una ruta. Pueden ser de origen humano o animal (otra vez con la misma historia… ¿Acaso nosotros no somos también animales?)

De no ser por Adam y Jaime, Los Cazadores de Mitos, probablemente me hubiese ido al cielo, pasado a otra vida o ido al más allá (cuantos eufemismos para decir que te cagás muriendo). Decía que de no ser por ellos tal vez ni me hubiese enterado de que existen los coliformes fecales. Y lo que más me impactó de estas bacterias es que están en todos lados, en todos. Uno podría pensar que cuando uno hace caca quedan rondando por ahí nomás, en la cavidad del inodoro, pero no. Ellos se montan en el aire que respiramos y despacito y con paciencia se van posando por todos los lugares de la casa.

Fieles a su estilo, Adam y Jaime llevaron el experimento hasta su máximo grado de impacto y decidieron que no había mejor lugar para tomar una muestra de coliformes que en la cocina, lugar donde nuestros alimentos reposan placidamente hasta que decidimos llevárnoslos a la boca. Para ser más dramáticos, para tomar la muestra no tuvieron mejor idea que dejar un cepillo de dientes reposando por una semana en algún lugar de la cocina. ¿Y qué pasó? Sí, había coliformes fecales en el cepillo de dientes cuando analizaron la muestra. La conclusión es obvia: si había coliformes fecales en la cocina, su concentración en el baño es bastante mayor. Y los cepillos que están en el baño no son los que pusieron Adam y Jaime para tomar las muestras, no, son los que usamos todos los días para la higiene bucal.

Bien, ya los conocen. Habiéndolos presentado, quiero sentenciar lo que vengo pensando hace un rato largo: los humanos somos como los coliformes fecales, es decir, somos la mierda que está en todos lados. Desde los primeros homínidos habrá habido quienes se empezaron a comportar como verdaderos villanos, pero claro, de eso no hay registro. Sin embargo, desde que fuimos capaces como especie de perpetuar nuestro insignificante existir, sabemos que nos hemos mandado muchas cagadas. Y cuando digo insignificante me refiero al brevísimo lapso que nuestro reloj biológico nos asigna en la extensa línea del tiempo. Para algunos, fue más que suficiente para dejar su huella y torcer la historia de la humanidad, no sin antes dejar atrás muerte y destrucción.

Es tan larga la lista de humanos que se comportaron (y se comportan) como la mierda que sería imposible usar todos los caracteres disponibles en esta revista y no quedarse corto. Por esta razón voy a nombrar a uno sólo y con un fin específico de mi parte. Uno de los nuestros, un argentino. Durante la década de 1930 el gobierno de facto de José Félix Uriburu impone, ordena y sentencia quiénes serían nuestros próceres a partir de ese momento. Hay quienes se ganaron los laureles por sus actos de coraje y patriotismo. De esos, los dos más conocidos son Belgrano y San Martín, sin embargo, hoy podemos cuestionar a otros, más allá de si en aquel momento estaban convencidos que sus actos habían constituido un verdadero aporte a la patria que se pretendía construir. Julio Argentino Roca hoy aparece en nuestros billetes de cien pesos, es nombre de pueblos, calles y tiene algunos monumentos. Como descendientes de aquellos blancos “civilizados” tenemos una deuda moral con los mapuches, tehuelches y ranqueles exterminados por la Conquista del Desierto que, como podemos ver, tan desierto no estaba.


De la misma manera que hoy los alemanes no saben dónde meterse cuando les nombramos a Adolf Hitler, debería darnos vergüenza la sola mención de Roca. Coliformes fecales, coliformes fecales, coliformes fecales… Todos los días de mi vida voy a trabajar por una calle que se llama… sí, Gral. Roca, cuya pavimentación está prevista en la plataforma de campaña del reelecto intendente Aldo Carossi. Recientemente empezó la primera etapa de la obra y es mucha gente la que espera que la terminen completa, ya que es una calle muy transitada y la pavimentación cae de maduro que es una necesidad. Por eso mi anhelo es que cuando la calle sea reinaugurada ya no tenga estar pensando en coliformes fecales. Yo propongo Cacique Pincén.

miércoles, junio 18, 2008

El Macho Alfa

Tanto nos comimos eso de que nuestra capacidad de raciocinio nos aleja de todo ser viviente no humano, que olvidamos que nosotros también somos animales, mamíferos para ser más exactos.

Todos los que disfrutamos viendo documentales sabemos que todas y cada una de las especies tienen rasgos distintivos de comportamiento. Manadas, jaurías, piaras, bandadas, son algunas de las formas de denominar un gran conjunto de individuos de una misma especie. Nosotros, de tan distintos que somos entre sí no podemos ponerle un nombre solo a un conjunto de humanos, porque ese nombre va a depender no sólo de la especie sino también del género. Así, podemos decir que un gran número de humanos vestidos mayormente con los mismos colores, al momento de ingresar a una cancha de fútbol se los llama hinchada o barra brava. Siguiendo en la misma temática, a los que se disputan la pelota para introducirla en el arco rival se los llama jugadores. A los que en gran número cortan las rutas los llamamos piqueteros y a los que continuamente son estafados por empresas multinacionales de telefonía los llamamos clientes.

Pero la psiquis y el universo del ser humano son tan complejos que frente a tanta capacidad para realizar análisis de suma complejidad se nos pasa por alto que por más esfuerzos que hagamos para vernos como superiores mostramos la hilacha y nos comportamos como lo que somos: A-NI-MA-LES.
Siguiendo en esta línea de pensamiento, y haciendo una analogía con el reino animal (el otro, del cual nos excluimos), estoy en condiciones de afirmar que el macho alfa humano también existe.

Ser un macho alfa humano es una condición que, si no se trae con la genética, es decir, por herencia, puedo casi asegurar que es una condición innata, que viene con ese individuo al nacer. El macho alfa humano cuando era un niño era el más travieso, el que decidía quién podía jugar y quien no. En la adolescencia esa condición de pillo a veces le jugaba una mala pasada, porque frente a la necesidad de tener que demostrar ser el mejor en todo se veía atrapado en el alcohol y las drogas. En muchos casos, este escollo resulta imposible de superar y el macho alfa humano se ve frustrado y deja atrás su condición de líder para convertirse en un ser lastimoso, digno de compasión. Ese es el fin para los que quedan atrapados en esa especie de prueba crucial que les presenta la vida. Pero, ¿qué pasa con aquellos que logran seguir adelante?

El macho alfa humano que supera la adolescencia está listo para perpetuar la especie. No se conforma con preñar solamente a su mujer, sino que intentará hacerlo con toda hembra que se muestre receptiva. La monogamia es un invento cultural y lo sabe. Frente a eso, libera su instinto animal sin mayores culpas. Para él está bien lo que hace, y aunque lo mejor sería que se fuera a la tumba con esos secretos, no resiste contárselo a sus amigos. Si el receptor de esas confidencias fuera otro macho alfa entonces habría logrado su cometido, ya que las reglas implícitas establecen que habrá sumado puntos a favor en la consideración del otro individuo que ostenta la misma condición. En cambio, si el receptor no fuera un par, el efecto sería totalmente opuesto, logrando de esta manera restar puntos.

En reunión de amigos será el que más historias tenga para contar, el que mejor asa la carne y el que más sepa de los temas que se traten durante la tertulia. No habrá forma de ganarle una discusión porque aún sabiendo que no tiene la razón intentará auto convencerse de que sí la tiene y esgrimirá toda una serie de argumentos inválidos. Discutir con estos individuos es inútil.

En la faz laboral el macho alfa intentará abarcar todo el espacio, todo el dinero y todo el poder que le sea permitido. Si viene desde abajo, hará todo lo posible para lograrlo. Si llega alguna vez a posiciones de poder podría constituir un peligro para la sociedad. La cárcel está llena de machos alfa humanos, quienes se vieron traicionados por su instinto animal y olvidaron que las sociedades modernas se rigen por leyes y tribunales de justicia.

Desde que la evolución nos convirtió en homo sapiens la regla del más fuerte no rige. Ser un macho alfa humano ya no alcanza para sobrevivir.

martes, junio 10, 2008

Nueva revista en Baradero

Poner en la calle una publicación es una tarea difícil. Lo sé por propia experiencia. Así que espero que esta nueva iniciativa de Martín Fucaraccio (amigo desde la secundaria) tenga la llegada que merece un producto de estas características. Revista SATRAPAS está comprometida con la realidad y, por qué no decirlo, también le da bola a lo surreal. De hecho, a veces se hace difícil establecer el límite entre lo uno y lo otro.

Hacía mucho que no publicaba notas y Martín (a.k.a. Choco) me convocó para que escriba una columna. Espero que no esté arrepentido.

Ya está en la calle el primer número, pero también pueden visitar el blog y bajarse la versión en pdf desde acá: SATRAPAS.

Suerte Choco.

viernes, octubre 19, 2007

Candidatos a concejales

Estos son los candidatos a concejales en las próximas elecciones en Baradero.


lunes, enero 15, 2007

Mi primera birra

Que sí, que la hice yo. Ah, no me creé. Mirá.


lunes, diciembre 11, 2006

Se murió una rata



Dicen que no hay que desearle la muerte a nadie. Es verdad, para Augusto Pinochet no deseaba su muerte sino una agonía eterna. Ahora te vas al infierno por hijo de puta.

viernes, septiembre 08, 2006

¡No voy a cambiar mi cepillo!

¿Quién fue, y avalado por qué argumento, el que dijo que hay que cambiar el cepillo de dientes cada 3 o 6 meses? En realidad los argumentos los se, pero no me convencen. Algunos de ellos son: las cerdas se gastan con el uso y no cumplen con la limpieza a fondo como cuando estaban nuevas, los cepillos pueden guardar bacterias, etc, bla, bla, bla. Los genios del marketing jugando con el miedo de la gente.

Hace por lo menos diez años que uso el mismo cepillo y todavia funciona perfecto. El cepillo, en tanto es un elemento de acción mecánica, va a funcionar mientras su estructura física no se vea afectada. Entonces, si mi cepillo no se deformó y me sigue limpiando bien, ¿por qué habría de cambiarlo? Esta es una pregunta que arrastro desde que era chico, pero recién ahora me siento con fuerzas como para hacerle frente.

Señores de la industria bucal: conmigo no van a ganar plata. Supongamos que un cepillo cuesta $5, haciendo un promedio entre los más baratos y los eléctricos. Si hubiese cambiado el cepillo cada 3 meses en estos años hubiera tenido que desembolsar la suma de $195. Bien, no parece una gran suma, pero qué pasa si cada uno de los argentinos en edad de cepillado ahorrara la plata que malgasta en cepillos.

Veamos: pongamoslé 20.000.000 de argentinos a razón de $19.50 por año nos da trescientos noventa millones de pesos. Sí, $390.000.000, los cuales podríamos destinar a crear la Fundación Cepillitos por la Vida destinada a distribuír cepillos y dentífrico entre los chicos cuyos padres, por su situación económica no se los puden comprar y cuyas madres no les pudieron proporcionar, a través del embarazo y la lactancia, la cantidad de calcio necesaria para desarrollar una dentición saludable.

Piénsenlo.