Los Coliformes Fecales
De no ser por Adam y Jaime, Los Cazadores de Mitos, probablemente me hubiese ido al cielo, pasado a otra vida o ido al más allá (cuantos eufemismos para decir que te cagás muriendo). Decía que de no ser por ellos tal vez ni me hubiese enterado de que existen los coliformes fecales. Y lo que más me impactó de estas bacterias es que están en todos lados, en todos. Uno podría pensar que cuando uno hace caca quedan rondando por ahí nomás, en la cavidad del inodoro, pero no. Ellos se montan en el aire que respiramos y despacito y con paciencia se van posando por todos los lugares de la casa.
Fieles a su estilo, Adam y Jaime llevaron el experimento hasta su máximo grado de impacto y decidieron que no había mejor lugar para tomar una muestra de coliformes que en la cocina, lugar donde nuestros alimentos reposan placidamente hasta que decidimos llevárnoslos a la boca. Para ser más dramáticos, para tomar la muestra no tuvieron mejor idea que dejar un cepillo de dientes reposando por una semana en algún lugar de la cocina. ¿Y qué pasó? Sí, había coliformes fecales en el cepillo de dientes cuando analizaron la muestra. La conclusión es obvia: si había coliformes fecales en la cocina, su concentración en el baño es bastante mayor. Y los cepillos que están en el baño no son los que pusieron Adam y Jaime para tomar las muestras, no, son los que usamos todos los días para la higiene bucal.
Bien, ya los conocen. Habiéndolos presentado, quiero sentenciar lo que vengo pensando hace un rato largo: los humanos somos como los coliformes fecales, es decir, somos la mierda que está en todos lados. Desde los primeros homínidos habrá habido quienes se empezaron a comportar como verdaderos villanos, pero claro, de eso no hay registro. Sin embargo, desde que fuimos capaces como especie de perpetuar nuestro insignificante existir, sabemos que nos hemos mandado muchas cagadas. Y cuando digo insignificante me refiero al brevísimo lapso que nuestro reloj biológico nos asigna en la extensa línea del tiempo. Para algunos, fue más que suficiente para dejar su huella y torcer la historia de la humanidad, no sin antes dejar atrás muerte y destrucción.
Es tan larga la lista de humanos que se comportaron (y se comportan) como la mierda que sería imposible usar todos los caracteres disponibles en esta revista y no quedarse corto. Por esta razón voy a nombrar a uno sólo y con un fin específico de mi parte. Uno de los nuestros, un argentino. Durante la década de 1930 el gobierno de facto de José Félix Uriburu impone, ordena y sentencia quiénes serían nuestros próceres a partir de ese momento. Hay quienes se ganaron los laureles por sus actos de coraje y patriotismo. De esos, los dos más conocidos son Belgrano y San Martín, sin embargo, hoy podemos cuestionar a otros, más allá de si en aquel momento estaban convencidos que sus actos habían constituido un verdadero aporte a la patria que se pretendía construir. Julio Argentino Roca hoy aparece en nuestros billetes de cien pesos, es nombre de pueblos, calles y tiene algunos monumentos. Como descendientes de aquellos blancos “civilizados” tenemos una deuda moral con los mapuches, tehuelches y ranqueles exterminados por la Conquista del Desierto que, como podemos ver, tan desierto no estaba.
De la misma manera que hoy los alemanes no saben dónde meterse cuando les nombramos a Adolf Hitler, debería darnos vergüenza la sola mención de Roca. Coliformes fecales, coliformes fecales, coliformes fecales… Todos los días de mi vida voy a trabajar por una calle que se llama… sí, Gral. Roca, cuya pavimentación está prevista en la plataforma de campaña del reelecto intendente Aldo Carossi. Recientemente empezó la primera etapa de la obra y es mucha gente la que espera que la terminen completa, ya que es una calle muy transitada y la pavimentación cae de maduro que es una necesidad. Por eso mi anhelo es que cuando la calle sea reinaugurada ya no tenga estar pensando en coliformes fecales. Yo propongo Cacique Pincén.